CRÓNICA DE LA II MARCHA CICLOTURISTA MARCHENA 2013
Texto: Oliver Tovar Urbina.
Corrección:
Pepe López Falcón.
Por
la mañana temprano, sobre las 7:40 del día de hoy, domingo 15 de
septiembre de 2013, había quedado, como otras veces cuando salía a
entrenar o a competir, en la casa de mi amigo Ramón Rueda. Iría de
acompañante en su moto para realizar un reportaje fotográfico de la
marcha ciclista.
Allí
estaba yo, puntual, tras haberme levantado con ganas de pasar un buen
día. Nos fuimos hacia las pistas del terreno de la Feria. Allí ya
se encontraban los integrantes de la Federación Andaluza de
Ciclismo. Estaban preparando la zona de meta, organizando la entrega
de dorsales... En fin, todo lo necesario para el correcto discurrir
de esta prueba del calendario provincial.
En
las Sala Municipal de Cultura se nos entregaron los dorsales como
voluntarios y miembros de la organización. Mientras tanto, una gran
cantidad de participantes iba llegando. De sus coches fueron bajando
sus portentosas bicicletas de carretera.
Dispuestos
ya los participantes en la línea de salida, Manuel López Falcón
pronunció un breve discurso en recuerdo del malogrado ciclista
Antonio Rodríguez, conocido como Antonio Leonés, fallecido este
verano mientras hacía lo que más le gustaba, montar en bici.
Antonio fue presidente del club ciclista de Marchena, además de
propietario de una conocida tienda de muebles en el más que conocido
barrio popular de <<La
Guita>>.
Todos los asistentes le recordaron y guardaron un
minuto de silencio. <<¡Cuántos
momentos
hemos compartido,
amigo Antonio! Eres persona imborrable en el mundo del ciclismo”>>,
exclamó Manuel.
El
pelotón inicial se fue ampliando con otros integrantes del Club
Ciclista Marchena. Como todos los domingos, se disponían a realizar
su salida de entrenamiento, pero sin llegar, en esta ocasión, a
participar en esta marcha ciclista. La excepción fueron cuatro
valientes integrantes del club, que quisieron así rendirle un
especial homenaje a su recordado compañero y amigo.
Durante
ese minuto de silencio, en la cabeza de cada uno se recordaba a
Antonio de alguna forma en particular. En mi mente, se me venía a la
memoria mi infancia. Recuerdo cómo mi padre le pidió a Antonio que
me trajera de Sevilla, de la tienda de Astolfi, una bicicleta de
carretera. Antes no era como ahora: había muy pocas tiendas de
bicicletas. Ahora, en cambio, tiendas de bicis hay muchas. Astolfi
era una tienda con mucho prestigio en aquella época.
Recuerdo
aquella noche como si fuese ayer. Mi padre, al terminar de trabajar,
me acompañó hasta la tienda de Antonio a recoger la que sería mi
tercera bicicleta. Eso sí, era mi primera bici de carretera. Una
flamante bici, marca Orbea, modelo Orduña, de color burdeos. La
sacamos de una gran caja de cartón. Antonio en aquel mismo momento
repasó todas sus piezas, para que estuviese a punto. En mi rostro se
reflejaban las ganas tremendas que tenía de montarme en ella. Mi
padre me preguntó: <<¿Pero
es que no puedes
esperar a mañana, que ya es de noche y es peligroso?”.
Intervino entonces Antonio: “¿Pero
no ves la cara que tiene?!Este no se duerme hoy, si no es probándola
antes!>>.
Fue
el regalo más especial que mi padre me hizo nunca. Que no han sido
pocos, por suerte. No podía esperar a que amaneciera. Ya, en mi
calle, que no tiene salida, mi padre me ayudó a subirme, porque no
llegaba. Me monté en el sillín, que ya Antonio me había bajado a
tope. Aun así, tenía que pedalear de pie, ya que si me sentaba
apenas llegaba a los pedales. Esos fueron mis primeras pedaladas a la
bici de mis sueños. Mi padre y Antonio lo habían hecho posible.<<!
Mírame papa,
ahora soy ciclista. Como los grandes, como los de la tele>>.
Mi padre respondió:<<!
Ya te veo, hijo.
Pero no corras, que te vas a caer!>>.
De
pronto desperté de mi sueño infantil. Había terminado el minuto de
silencio. Cogí mi cámara y empecé a hacer fotos de la salida. El
señor concejal de Festejos hizo el corte de la cinta y la comitiva
de ciclistas empezó a rodar. Lástima que este deporte no llame la
atención de la mayoría. Era poco el público asistente.
Se
daba así inicio a la marcha cicloturista. Acompañado de Ramón,
parábamos cada cierto tiempo en aquel tramo de carretera que veíamos
más apropiado para retratar al pelotón. Fueron muchos los lugares
bellos por los que discurrió el trazado organizado por el club
Trimar de Marchena. El compañero Titín se encargó de controlar la
parte delantera y la velocidad en sus tramos neutralizados. Titín
conducía el turismo descapotable de nuestro mejor abanderado y gran
deportista, nuestro campeón del mundo y mejor persona, Rafael López
Ordoñez. Rafael había decidido no participar en la prueba, porque
se estaba preparando para la Challenge de Barcelona. Todo un lujo
volver a contar, aunque esta vez sólo participase como colaborador,
de nuestro atleta más internacional, siempre dispuesto a colaborar y
ayudar a los demás. Junto a ellos, dos miembros del jurado y
técnicos deportivos. Al mando, además del director de ciclismo
mancomunado, Francisco José Gómez Tirado, conocido por todos como
<<Chiqui>>,
que
controlaba la marcha montado en su moto.
Tras
los primeros kilómetros llegamos al primer municipio previsto en la
ruta: Morón de la Frontera. Nada más entrar en el pueblo, los
ciclistas empezaron a ponerse nerviosos, pues el tramo libre de
competición estaba cerca. Tal nerviosismo quedó patente cuando un
ciclista se enganchó con otro y cayó al suelo. El suelo se
encontraba mojado debido a las aguas del regadío de un jardín
cercano. Sorprendidos por la caída, casi nos caemos también
nosotros de la moto. Pudimos evitarlo gracias a la pericia de Ramón.
El pelotón sigue nervioso. Hay codazos y empujones para buscar los
primeros puestos, para estar bien situados a la hora de la salida. El
juez de carrera da la señal y empieza el tramo competitivo.
En
este tramo decidí volverme en la postura de mi asiento, para así
poder fotografiar a los ciclistas mirando hacia atrás. En esa
postura hice las mejores fotografías. Al principio del tramo
observamos cómo nuestro amigo y compañero del club, Ricardo Álvarez
Castaño, se marcha en solitario del pelotón.<<
!Vamos,
Ramón, acelera, que
Richard se escapa del pelotón. Va como una moto >>.
Minutos después es
alcanzado por otros dos corredores: Raúl Nieto Luque, del club
Monferve-la Palma del Condado, y Juan Manuel Valle, del Halkony Hotel
María Luisa.<<
Ya están juntos los
tres, Ramón.
¡Richard, sigue así!
>>.
Tras varios
kilómetros, Richard se desfonda y es absorbido por el pelotón. <<
Richard se ha
desfondado, Ramón. Vuelve al pelotón >>.
Raúl comienza su marcha
imparable hasta la meta.<<¡Vamos!
La victoria es tuya. Con la diferencia que llevas, ya no te alcanza
nadie>>.
Por su parte, Richard
demuestra su clase y consigue una buena clasificación. También
acaban bien clasificados otros integrantes del club: Rafa Sanz,
Fernando Ocaña, Antonio Luís, Arjona y Ruperto Rodríguez.
Los
integrantes de la cabecera del pelotón aprietan los dientes ante la
sinuosa y rompepiernas subida al puerto. Se escuchan comentarios en
el pelotón: << Raúl
va como una bala. Ya no hay forma de cogerlo >>.
A la vez, se escuchan los
continuos cambios de cadenas y de platos. <<
¡Todavía no ha
quitado el plato! ¡Joder! ¡Qué bestia! >>.
El segundo y el tercer
puesto se deciden por photo
finish.
Minutos
después iban entrando los ciclistas en pequeños grupos. La zona de
descanso en la que se acaba es la de Coripe. Otros compañeros y
amigos del club Trimar se encontraban ya allí, preparando el
avituallamiento sólido y líquido. Los ciclistas reponen fuerzas.
Comen y beben algo, y descansan unos minutos en una zona de amplia
sombra. También conversan un rato con amigos y conocidos del mundo
de la bici.
Pasado
un rato, se reinicia la marcha neutralizada, en un pelotón ya más
relajado. Conforme avanza la prueba, se van quedando algunos
corredores descolgados en la cola del pelotón. Nosotros, de vez en
cuando, nos acercábamos a Titín y le decíamos cuál era la
situación, para que aflojase un poco el ritmo de la marcha. Titín
pretendía que el ritmo fuese cómodo para todos, pero tenía que
compensarlo también con los horarios de paso establecidos en el
programa de carrera.
Conforme
pasaban los kilómetros, las piernas de los ciclistas se hacían más
pesadas. Aunque el ritmo no era rápido, sí era constante. El
recorrido era todo rompepiernas. Algunos tuvieron que montarse en el
autobús escoba. Otros, por problemas mecánicos, también se vieron
obligados a abandonar, si no era posible el arreglo en el momento de
la avería mecánica. El mecánico era nuestro compañero y buen
mecánico de bicis Sergio Díaz. Sergio iba en la furgoneta de
nuestro otro amigo Cobano, quien, amablemente, como siempre, prestó
el vehículo de su empresa local de muebles.
A
los ocupantes de los vehículos se les hacía un poco monótono ir a
tan baja velocidad. En cambio, para los ocupantes de las motos era un
disfrute total, ya que teníamos total libertad de movimientos.
Íbamos y veníamos entre la cabeza y la cola del pelotón todo el
tiempo.
El
reportaje audiovisual fue realizado por un amigo cámara de la
Diputación de Sevilla, que iba montado con Francisco Pérez. Había
otra moto de enlace, conducida por Enrique Sevillano. En esta
ocasión, Enrique no participaba en la prueba. Su función era de
servir de enlace y de control en los puntos conflictivos del
recorrido.
De
Coripe nos dirigimos hacia Montellano. De aquí, hasta El Coronil,
para seguir hacia El Arahal. En este tramo los ciclistas nos pedían
agua, ya que la calor apretaba y el recorrido empezaba a causar
estragos en algunos. Falcón llevaba mucha botellas pequeñas de
agua. Nosotros nos encargamos de repartirlas entre el pelotón.
En
este tramo, Rafa Sanz sufriría un pinchazo en una de sus ruedas. El
tener que pararse a arreglarla le hizo perder el contacto con el
pelotón. Para enlazar tuvo que hacer una auténtica contrarreloj.
Gracias a las cualidades de Rafa, lo pudo conseguir sin problemas.
Desde
El Arahal se siguió hasta Paradas. Al pasar por una de sus calles
empedradas a unos de nuestros compañeros, Mariano de Guindos se le
cayeron los botes de agua que tenía debajo de su asiento. Nosotros
los recogimos. Por dicho percance, Mariano pierde contacto con el
pelotón, un pelotón que ya no paraba y que marchaba a buen ritmo.
Con la moto, le hicimos de ayuda de enlace. En varios tramos
alcanzamos los 50 kilómetros por hora. Solo así pudimos coger al
pelotón antes de llegar a Marchena.
La
llegada era en el mismo lugar de la salida. Los corredores se dieron
una buena ducha y comieron para reponer fuerzas. Todos charlaron
amistosamente sobre cómo habían visto el discurrir de la prueba,
sobre cómo les había ido y sobre cuáles eran sus conclusiones
personales. También, cómo no, hubo atención a los voluntarios,
entre los que yo me encontraba, para comer y charlar un rato.
Terminada
la comida, se celebró la entrega de trofeos en la Sala de Cultura.
Se entregaron trofeos a los ganadores de manos de: Titín, Rafa
Ordoñez, la señora diputada de Deportes, Beatriz Sánchez, y el
señor concejal de Festejos del Ayuntamiento de Marchena, Enrique
Martín Romero.
Es
destacable la buena clasificación de los integrantes del club
Trimar. El vencedor recordó con emoción a los compañeros ciclistas
tristemente fallecidos. Cómo no, destacó el recuerdo de nuestro
amigo Manuel López Falcón a su entrañable compañero de salidas,
Antonio Leonés. Con su brazo en alto, alzaba su trofeo como tercer
clasificado en master 60, a la vez que miraba al cielo y exclamaba:
<<Va
por ti, Antonio>>
Se
dice que entre el pelotón se escuchaba la voz de Antonio.<<
Vamos, vamos, que ya
lo tienes ahí,
Richard... Qué grande
eres, Arjona. De nuevo entras entre los primeros de la clasificación.
Eres incombustible, macho... Rafi, tú, cómo no, vas como un tiro...
Antonio Luís, ahí, aprieta riñones... Fernando, sigue así,
miarma... Ruperto, tú no puedes ser menos. Arriba amigo, que de
otras batallas más grandes hemos salido... Sigue, Lora, que esto ya
está pasado. Levántate y baja un piñón, que ya queda poco… Y
dónde dejo a mi amigo Pepe. Pepe, tú no estarás entre los primeros
de la clasificación, pero para mí eres el más grande. Venga, un
empujoncito más, que ya estamos arriba >>.
Hubo
un momento en el que hasta los últimos sintieron en su espalda
soplar aire a favor. <<
Pero, ¿cómo es
posible? ¡Estoy subiendo más rápido!”, exclamaron. Antonio
respondió: “Soy yo. Aquí no se deja atrás a nadie. Sube arriba y
demuestra tú también lo que vales, cojones... ¿Y tú, Oliver? ¿Qué
haces montado en esa moto? Bájate y súbete a tu bici. ¿No te
enseñé yo desde muy niño el mundo de las bicis, a qué hay que
sufrir encima de ella, a que hay que reír y llorar encima de ella, a
que hay que quererla como si fuese tu novia? No lo dejes, amigo mío.
Ella no lo haría. Sigue con tu afición, sea con las ruedas finas o
gordas. Es lo mismo. Sigue entrenando. Quiero volver a ver el mismo
rostro de aquel niño ilusionado… ¿Y tú, Enrique? ¿Otro en moto?
Está bien qué colaboréis, pero seguro que, si estuvieses entre el
pelotón, ya hubieses puesto en fila de a uno a todo el pelotón en
el tramo llano… Acuérdate de Botano. Eso sí que es tener
constancia y pundonor. Con ochenta años y andando en bici todos los
días. Algunos es que están hechos de otra pasta >>.
En
un momento, un integrante del grupo preguntó: <<
¿Pero quién es ese
Antonio, si yo aquí no veo a
nadie >>.
Dije yo: Es
Antonio. Aquel que fue con mi padre a comprarme mi primera bici,
aquel que todos los años organizaba la carrera ciclista, en su
barrio, el barrio de la Guita, aquel presidente que se desvelaba por
su club, aquel que rodaba en la carretera con nosotros, aquel que
esperaba al último, aquel que te ayudaba a arreglar una incidencia
mecánica, aquel que te apuntaba a las carreras, aquel que sacaba un
rato libre entre su trabajo para ir a entrenar, aquel que vivía por
y para el ciclismo, aquel que murió haciendo lo que más quería.
Ahora, sigue pedaleando entre nosotros.
<< ¿O
acaso no lo habéis notado? >>
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