jueves, 26 de septiembre de 2013

CRÓNICA DE LA II MARCHA CICLOTURISTA DE MARCHENA


CRÓNICA DE LA II MARCHA CICLOTURISTA MARCHENA 2013




Texto: Oliver Tovar Urbina.
Corrección: Pepe López Falcón.



Por la mañana temprano, sobre las 7:40 del día de hoy, domingo 15 de septiembre de 2013, había quedado, como otras veces cuando salía a entrenar o a competir, en la casa de mi amigo Ramón Rueda. Iría de acompañante en su moto para realizar un reportaje fotográfico de la marcha ciclista.



Allí estaba yo, puntual, tras haberme levantado con ganas de pasar un buen día. Nos fuimos hacia las pistas del terreno de la Feria. Allí ya se encontraban los integrantes de la Federación Andaluza de Ciclismo. Estaban preparando la zona de meta, organizando la entrega de dorsales... En fin, todo lo necesario para el correcto discurrir de esta prueba del calendario provincial.



En las Sala Municipal de Cultura se nos entregaron los dorsales como voluntarios y miembros de la organización. Mientras tanto, una gran cantidad de participantes iba llegando. De sus coches fueron bajando sus portentosas bicicletas de carretera.



Dispuestos ya los participantes en la línea de salida, Manuel López Falcón pronunció un breve discurso en recuerdo del malogrado ciclista Antonio Rodríguez, conocido como Antonio Leonés, fallecido este verano mientras hacía lo que más le gustaba, montar en bici. Antonio fue presidente del club ciclista de Marchena, además de propietario de una conocida tienda de muebles en el más que conocido barrio popular de <<La Guita>>. Todos los asistentes le recordaron y guardaron un minuto de silencio. <<¡Cuántos momentos hemos compartido, amigo Antonio! Eres persona imborrable en el mundo del ciclismo”>>, exclamó Manuel.



El pelotón inicial se fue ampliando con otros integrantes del Club Ciclista Marchena. Como todos los domingos, se disponían a realizar su salida de entrenamiento, pero sin llegar, en esta ocasión, a participar en esta marcha ciclista. La excepción fueron cuatro valientes integrantes del club, que quisieron así rendirle un especial homenaje a su recordado compañero y amigo.



Durante ese minuto de silencio, en la cabeza de cada uno se recordaba a Antonio de alguna forma en particular. En mi mente, se me venía a la memoria mi infancia. Recuerdo cómo mi padre le pidió a Antonio que me trajera de Sevilla, de la tienda de Astolfi, una bicicleta de carretera. Antes no era como ahora: había muy pocas tiendas de bicicletas. Ahora, en cambio, tiendas de bicis hay muchas. Astolfi era una tienda con mucho prestigio en aquella época.



Recuerdo aquella noche como si fuese ayer. Mi padre, al terminar de trabajar, me acompañó hasta la tienda de Antonio a recoger la que sería mi tercera bicicleta. Eso sí, era mi primera bici de carretera. Una flamante bici, marca Orbea, modelo Orduña, de color burdeos. La sacamos de una gran caja de cartón. Antonio en aquel mismo momento repasó todas sus piezas, para que estuviese a punto. En mi rostro se reflejaban las ganas tremendas que tenía de montarme en ella. Mi padre me preguntó: <<¿Pero es que no puedes esperar a mañana, que ya es de noche y es peligroso?”. Intervino entonces Antonio: “¿Pero no ves la cara que tiene?!Este no se duerme hoy, si no es probándola antes!>>.



Fue el regalo más especial que mi padre me hizo nunca. Que no han sido pocos, por suerte. No podía esperar a que amaneciera. Ya, en mi calle, que no tiene salida, mi padre me ayudó a subirme, porque no llegaba. Me monté en el sillín, que ya Antonio me había bajado a tope. Aun así, tenía que pedalear de pie, ya que si me sentaba apenas llegaba a los pedales. Esos fueron mis primeras pedaladas a la bici de mis sueños. Mi padre y Antonio lo habían hecho posible.<<! Mírame papa, ahora soy ciclista. Como los grandes, como los de la tele>>. Mi padre respondió:<<! Ya te veo, hijo. Pero no corras, que te vas a caer!>>.



De pronto desperté de mi sueño infantil. Había terminado el minuto de silencio. Cogí mi cámara y empecé a hacer fotos de la salida. El señor concejal de Festejos hizo el corte de la cinta y la comitiva de ciclistas empezó a rodar. Lástima que este deporte no llame la atención de la mayoría. Era poco el público asistente.



Se daba así inicio a la marcha cicloturista. Acompañado de Ramón, parábamos cada cierto tiempo en aquel tramo de carretera que veíamos más apropiado para retratar al pelotón. Fueron muchos los lugares bellos por los que discurrió el trazado organizado por el club Trimar de Marchena. El compañero Titín se encargó de controlar la parte delantera y la velocidad en sus tramos neutralizados. Titín conducía el turismo descapotable de nuestro mejor abanderado y gran deportista, nuestro campeón del mundo y mejor persona, Rafael López Ordoñez. Rafael había decidido no participar en la prueba, porque se estaba preparando para la Challenge de Barcelona. Todo un lujo volver a contar, aunque esta vez sólo participase como colaborador, de nuestro atleta más internacional, siempre dispuesto a colaborar y ayudar a los demás. Junto a ellos, dos miembros del jurado y técnicos deportivos. Al mando, además del director de ciclismo mancomunado, Francisco José Gómez Tirado, conocido por todos como <<Chiqui>>, que controlaba la marcha montado en su moto.



Tras los primeros kilómetros llegamos al primer municipio previsto en la ruta: Morón de la Frontera. Nada más entrar en el pueblo, los ciclistas empezaron a ponerse nerviosos, pues el tramo libre de competición estaba cerca. Tal nerviosismo quedó patente cuando un ciclista se enganchó con otro y cayó al suelo. El suelo se encontraba mojado debido a las aguas del regadío de un jardín cercano. Sorprendidos por la caída, casi nos caemos también nosotros de la moto. Pudimos evitarlo gracias a la pericia de Ramón. El pelotón sigue nervioso. Hay codazos y empujones para buscar los primeros puestos, para estar bien situados a la hora de la salida. El juez de carrera da la señal y empieza el tramo competitivo.



En este tramo decidí volverme en la postura de mi asiento, para así poder fotografiar a los ciclistas mirando hacia atrás. En esa postura hice las mejores fotografías. Al principio del tramo observamos cómo nuestro amigo y compañero del club, Ricardo Álvarez Castaño, se marcha en solitario del pelotón.<< !Vamos, Ramón, acelera, que Richard se escapa del pelotón. Va como una moto >>. Minutos después es alcanzado por otros dos corredores: Raúl Nieto Luque, del club Monferve-la Palma del Condado, y Juan Manuel Valle, del Halkony Hotel María Luisa.<< Ya están juntos los tres, Ramón. ¡Richard, sigue así! >>. Tras varios kilómetros, Richard se desfonda y es absorbido por el pelotón. << Richard se ha desfondado, Ramón. Vuelve al pelotón >>. Raúl comienza su marcha imparable hasta la meta.<<¡Vamos! La victoria es tuya. Con la diferencia que llevas, ya no te alcanza nadie>>. Por su parte, Richard demuestra su clase y consigue una buena clasificación. También acaban bien clasificados otros integrantes del club: Rafa Sanz, Fernando Ocaña, Antonio Luís, Arjona y Ruperto Rodríguez.



Los integrantes de la cabecera del pelotón aprietan los dientes ante la sinuosa y rompepiernas subida al puerto. Se escuchan comentarios en el pelotón: << Raúl va como una bala. Ya no hay forma de cogerlo >>. A la vez, se escuchan los continuos cambios de cadenas y de platos. << ¡Todavía no ha quitado el plato! ¡Joder! ¡Qué bestia! >>. El segundo y el tercer puesto se deciden por photo finish.



Minutos después iban entrando los ciclistas en pequeños grupos. La zona de descanso en la que se acaba es la de Coripe. Otros compañeros y amigos del club Trimar se encontraban ya allí, preparando el avituallamiento sólido y líquido. Los ciclistas reponen fuerzas. Comen y beben algo, y descansan unos minutos en una zona de amplia sombra. También conversan un rato con amigos y conocidos del mundo de la bici.



Pasado un rato, se reinicia la marcha neutralizada, en un pelotón ya más relajado. Conforme avanza la prueba, se van quedando algunos corredores descolgados en la cola del pelotón. Nosotros, de vez en cuando, nos acercábamos a Titín y le decíamos cuál era la situación, para que aflojase un poco el ritmo de la marcha. Titín pretendía que el ritmo fuese cómodo para todos, pero tenía que compensarlo también con los horarios de paso establecidos en el programa de carrera.



Conforme pasaban los kilómetros, las piernas de los ciclistas se hacían más pesadas. Aunque el ritmo no era rápido, sí era constante. El recorrido era todo rompepiernas. Algunos tuvieron que montarse en el autobús escoba. Otros, por problemas mecánicos, también se vieron obligados a abandonar, si no era posible el arreglo en el momento de la avería mecánica. El mecánico era nuestro compañero y buen mecánico de bicis Sergio Díaz. Sergio iba en la furgoneta de nuestro otro amigo Cobano, quien, amablemente, como siempre, prestó el vehículo de su empresa local de muebles.

A los ocupantes de los vehículos se les hacía un poco monótono ir a tan baja velocidad. En cambio, para los ocupantes de las motos era un disfrute total, ya que teníamos total libertad de movimientos. Íbamos y veníamos entre la cabeza y la cola del pelotón todo el tiempo.



El reportaje audiovisual fue realizado por un amigo cámara de la Diputación de Sevilla, que iba montado con Francisco Pérez. Había otra moto de enlace, conducida por Enrique Sevillano. En esta ocasión, Enrique no participaba en la prueba. Su función era de servir de enlace y de control en los puntos conflictivos del recorrido.



De Coripe nos dirigimos hacia Montellano. De aquí, hasta El Coronil, para seguir hacia El Arahal. En este tramo los ciclistas nos pedían agua, ya que la calor apretaba y el recorrido empezaba a causar estragos en algunos. Falcón llevaba mucha botellas pequeñas de agua. Nosotros nos encargamos de repartirlas entre el pelotón.



En este tramo, Rafa Sanz sufriría un pinchazo en una de sus ruedas. El tener que pararse a arreglarla le hizo perder el contacto con el pelotón. Para enlazar tuvo que hacer una auténtica contrarreloj. Gracias a las cualidades de Rafa, lo pudo conseguir sin problemas.



Desde El Arahal se siguió hasta Paradas. Al pasar por una de sus calles empedradas a unos de nuestros compañeros, Mariano de Guindos se le cayeron los botes de agua que tenía debajo de su asiento. Nosotros los recogimos. Por dicho percance, Mariano pierde contacto con el pelotón, un pelotón que ya no paraba y que marchaba a buen ritmo. Con la moto, le hicimos de ayuda de enlace. En varios tramos alcanzamos los 50 kilómetros por hora. Solo así pudimos coger al pelotón antes de llegar a Marchena.



La llegada era en el mismo lugar de la salida. Los corredores se dieron una buena ducha y comieron para reponer fuerzas. Todos charlaron amistosamente sobre cómo habían visto el discurrir de la prueba, sobre cómo les había ido y sobre cuáles eran sus conclusiones personales. También, cómo no, hubo atención a los voluntarios, entre los que yo me encontraba, para comer y charlar un rato.



Terminada la comida, se celebró la entrega de trofeos en la Sala de Cultura. Se entregaron trofeos a los ganadores de manos de: Titín, Rafa Ordoñez, la señora diputada de Deportes, Beatriz Sánchez, y el señor concejal de Festejos del Ayuntamiento de Marchena, Enrique Martín Romero.



Es destacable la buena clasificación de los integrantes del club Trimar. El vencedor recordó con emoción a los compañeros ciclistas tristemente fallecidos. Cómo no, destacó el recuerdo de nuestro amigo Manuel López Falcón a su entrañable compañero de salidas, Antonio Leonés. Con su brazo en alto, alzaba su trofeo como tercer clasificado en master 60, a la vez que miraba al cielo y exclamaba: <<Va por ti, Antonio>>



Se dice que entre el pelotón se escuchaba la voz de Antonio.<< Vamos, vamos, que ya lo tienes ahí, Richard... Qué grande eres, Arjona. De nuevo entras entre los primeros de la clasificación. Eres incombustible, macho... Rafi, tú, cómo no, vas como un tiro... Antonio Luís, ahí, aprieta riñones... Fernando, sigue así, miarma... Ruperto, tú no puedes ser menos. Arriba amigo, que de otras batallas más grandes hemos salido... Sigue, Lora, que esto ya está pasado. Levántate y baja un piñón, que ya queda poco… Y dónde dejo a mi amigo Pepe. Pepe, tú no estarás entre los primeros de la clasificación, pero para mí eres el más grande. Venga, un empujoncito más, que ya estamos arriba >>.



Hubo un momento en el que hasta los últimos sintieron en su espalda soplar aire a favor. << Pero, ¿cómo es posible? ¡Estoy subiendo más rápido!”, exclamaron. Antonio respondió: “Soy yo. Aquí no se deja atrás a nadie. Sube arriba y demuestra tú también lo que vales, cojones... ¿Y tú, Oliver? ¿Qué haces montado en esa moto? Bájate y súbete a tu bici. ¿No te enseñé yo desde muy niño el mundo de las bicis, a qué hay que sufrir encima de ella, a que hay que reír y llorar encima de ella, a que hay que quererla como si fuese tu novia? No lo dejes, amigo mío. Ella no lo haría. Sigue con tu afición, sea con las ruedas finas o gordas. Es lo mismo. Sigue entrenando. Quiero volver a ver el mismo rostro de aquel niño ilusionado… ¿Y tú, Enrique? ¿Otro en moto? Está bien qué colaboréis, pero seguro que, si estuvieses entre el pelotón, ya hubieses puesto en fila de a uno a todo el pelotón en el tramo llano… Acuérdate de Botano. Eso sí que es tener constancia y pundonor. Con ochenta años y andando en bici todos los días. Algunos es que están hechos de otra pasta >>.

En un momento, un integrante del grupo preguntó: << ¿Pero quién es ese Antonio, si yo aquí no veo a nadie >>. Dije yo: Es Antonio. Aquel que fue con mi padre a comprarme mi primera bici, aquel que todos los años organizaba la carrera ciclista, en su barrio, el barrio de la Guita, aquel presidente que se desvelaba por su club, aquel que rodaba en la carretera con nosotros, aquel que esperaba al último, aquel que te ayudaba a arreglar una incidencia mecánica, aquel que te apuntaba a las carreras, aquel que sacaba un rato libre entre su trabajo para ir a entrenar, aquel que vivía por y para el ciclismo, aquel que murió haciendo lo que más quería. Ahora, sigue pedaleando entre nosotros. << ¿O acaso no lo habéis notado? >>

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